La época más entrañable es el otroño, ya que el parque se viste para la estación con tonos ocres y marrones de suma elegancia para los sentidos más pictóricos y creativos. Se respira aire puro, se puede pasear en calma, descansar en la hierba o tomarse un refresco en uno de los kioskos que tiene el recinto.
Además es un espacio multicultural donde resuenan las más diversas melodías. Hay espacio para los ciclistas o los que prefieren hacer sus peripecias con los patines. Es sin duda el lugar idóneo para pasear en una soleada tarde. Siempre se puede uno perder por sus múltiples senderos y descubrir nuevos espacios, llenos de colores, olores y sobre todo, mucha vida.
(FOTOS: Fabian Engelhard)
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